sábado, 2 de julio de 2011

Cien Años...de realismo mágico

En un comienzo, a mi personalmente, la obra me sugirió un sensacionalismo de la realidad de los personajes, para explicar la profundidad y la trascendencia de los hechos. Un ejemplo fue la descripción de los objetos de los gitanos, sus profecías, sus extraños rasgos.
Luego, con el avance de la lectura, supuse que quizá. El autor describía la mirada de sus personajes, las creencias de la época en cuanto a lo sobrenatural y los aspectos místicos de la vida diaria, o simplemente de una alucinación o desvarío del personaje. Un paradigma de esta situación fue la aparición del fantasma de Prudencio Aguilar o más tarde el de Melquíades.
Finalmente, comprendí que mis teorías eran desafortunadas, puesto que el autor quería pactar conmigo como lectora, la condición de librar la imaginación hacia otros límites, permitirme creer aquellos hechos fantásticos que irrumpían con el relato de una realidad que parecía irrompible. No debía plantearme la racionalidad, porque precisamente es esa delgada línea con la que juega Márquez, entre lo que puede considerarse real y lo que no. Arquetipos claves son:
  • El poder de “mentalismo” de Aureliano cuando era tan solo un niño;
  • El extenso derramamiento de la sangre ddeJosé Arcadio, desde el lugar de su muerte hasta los pies de Úrsula ;
  • La llovizna de flores tras la muerte de José Arcadio Buendía;
  • Su posterior aparición como alma en pena;
  • La inquietante sincronía de los gemelos José Arcadio segundo y Aureliano segundo;
  • Permanencia del resplandor del laboratorio de Alquimia de Melquíades;
  • La magia de los gitanos;
  • La larga vida de Úrsula, Melquíades y Pilar Ternera;
  • La mortífera belleza de Remedios La Bella y su posterior vuelo y desaparición en el mismo cielo;
  • La extraña fecundidad de los animales de Petra Cotes, ect.

Sin lugar a dudas, reconozco, la grandeza de su obra, al enseñar a sus lectores que la racionalidad es precisada, pero al momento de distender nuestras mentes, la imaginación humana es una llama que nunca se debe extinguir.

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